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LUCHA DE GENERACIONES

11/8/2010

LEÓN BENDESKY

Se ha creado un conflicto intergeneracional en muchas sociedades del mundo; su intensidad y temporalidad difiere, pero es un fenómeno con rasgos generales. Tiene que ver con la creación y la distribución de los recursos provenientes del ahorro, en un entorno en que se presenta una deficiencia en la creación de ingresos.

Esto quiere decir que se afectan de manera diferenciada las posibilidades sociales de consumo a lo largo del tiempo. El asunto va más allá del entorno de las relaciones privadas, e involucra la creación actual de los recursos públicos y su asignación presente y futura.

Una de las manifestaciones de este conflicto tiene que ver con el proceso observable del envejecimiento de la población y las interrelaciones que se establecen con el funcionamiento de la economía.

Una de las formas en que popularmente se ha caracterizado la situación y las fricciones que provoca la expuso recientemente David Willets, parlamentario británico. Dice que la generación de los baby boomers, el grupo de la población que nació en los 20 años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, han concentrado la riqueza disponible y adoptado una posición hegemónica que afecta la capacidad de atender las necesidades a futuro. Ese grupo, en efecto, según Willets, ha roto el contrato intergeneracional.

La primera generación de los baby boomers llega ya a los 65 años de edad. En un país como Gran Bretaña una cuarta parte de la población tendrá más de esa edad en los próximos 20 años, y el número de personas mayores de 85 se habrá duplicado. En ese país a mediados de la década pasada, dicho grupo concentraba 80 por ciento de la riqueza. En Estados Unidos nacieron 76 millones de personas entre 1945 y 1964, y hay un proceso semejante de concentración.

Hay, pues, un componente demográfico al que debe darse el peso adecuado en los problemas que se crean alrededor de la distribución de los recursos en el tiempo. Un par de asuntos que han estado en el centro de los debates sociales en muchas naciones tiene que ver con la provisión de los recursos para la salud y para la pensiones, precisamente con un grupo creciente de personas de mayor edad.

En la España de Rodríguez Zapatero y en la Francia de Sarkozy, por ejemplo, la cuestión de las pensiones ha provocado fuertes fricciones en meses recientes. Las reacciones han sido airadas, tanto de parte de las personas en edad de jubilación, y también de los jóvenes que no encuentran trabajo.

Este es, también, uno de los aspectos de la severa política de ajuste fiscal del nuevo gobierno de Cameron en Gran Bretaña. Y para Barack Obama, la reforma sanitaria, el muy elevado nivel de endeudamiento público y la inequitativa carga financiera entre los agentes económicos en el contexto de la crisis de 2008 ha significado un gran costo político en las recientes elecciones de medio término en su gobierno.

El conflicto está abierto, pero el meollo del asunto en esencia es económico y tiene que ver con la incapacidad de generar suficientes empleos que hagan crecer el ingreso de las familias y su capacidad de contribuir a los programas sociales de salud y pensiones. El capitalismo esencialmente financiero y el modo vigente de la globalización han impactado los mercados de trabajo y los patrones de acumulación, y una de sus expresiones es esta disputa generacional.

Hay métodos económicos para una contabilidad generacional que incida en la estructura y la dinámica fiscal de los gobiernos y en el trabajo de quienes hacen las leyes, y que son, finalmente, los que en general determinan los ingresos (por vía de los impuestos) y la asignación de los recursos públicos. Cuestiona el peso de las cargas fiscales de las políticas actuales sobre las generaciones futuras y los posibles balances que pueden conseguirse.

En México una forma de este conflicto es el desperdicio del bono demográfico. La falta de absorción de los jóvenes en el mercado laboral limita las posibilidades de financiamiento de entidades como el IMSS y de los fondos de pensiones. Hace unos días el director del ese instituto advirtió que la situación financiera es la más delicada (lo que parece realmente un eufemismo) de la historia, y que está a punto de ser imposible atender a los derechohabientes. Así que los trabajadores mexicanos tienen en el horizonte menos servicios de salud y restricciones en las pensiones, sean públicas o privadas.

El gobierno y los legisladores siguen actuando sobre la base de ilusiones fiscales; pero los problemas de las cuentas públicas son reales y se pagan con impuestos o con deficiencias de servicios. En el IMSS hay, por supuesto una grave responsabilidad política por la pésima gestión de los recursos durante décadas y de la que por cierto no hay ninguna rendición de cuentas de nadie. Frente a esto persiste una especie de amnesia legislativa cada vez que se hace el presupuesto federal. Parches que no reconocen la deuda del gobierno contraída con los trabajadores y que nunca va a pagar.



*Publicado en La Jornada el 08 de Noviembre de 2010.

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