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PREDECIR LA ECONOMÍA

1/11/2016

LEÓN BENDESKY

El vericueto de las predicciones económicas es, precisamente, el alto grado de incertidumbre, o sea, de ignorancia con que se realizan. Esto, que parece una obviedad, no debe pasarse por alto cuando en esta época de inicio de año se exhiben los vaticinios de expertos, gobierno, organismos internacionales y bancos comerciales y de inversión.

En cada caso y periodo prevalece un distinto grado de desconocimiento no sólo de los hechos que pueden ocurrir, sino también del contexto en que lo harán, del conjunto de las interacciones de los distintos procesos y las relaciones entre los participantes.

Toda actividad de predicción es incierta por naturaleza. Esa es la esencia del futuro y está inserta en la configuración social en que se realiza. Hay, pues, prácticas predictivas validadas de manera práctica y también políticamente.

En el campo de la economía, como parece haberse integrado de alguna manera, quizás no suficiente aún luego de la crisis de 2008, intervienen las expectativas de los agentes sociales. Éstas se fraguan además por sus respectivas y muy diferentes capacidades de afectar los escenarios posibles. Predicción y poder no están disociados.

Eso es lo que se llama espíritus animales, que son los aspectos variados de la irracionalidad en las decisiones que se toman en los mercados, cuestión que contrasta diametralmente con los sofisticados modelos de las expectativas racionales que marcaron los modelos económicos basados en la hipótesis del funcionamiento eficiente de los mercados. Quedaron muy expuestos en esta crisis.

En el caso que nos ocupa, además de la teorización, se encuentra la concepción misma de la sociedad que soporta las teorías y los modelos económicos. Esto es distinto de las predicciones sobre terremotos o erupciones de los volcanes, en las cuales la ignorancia es muy grande pero tiene, en principio, menos que ver con las ideologías.

Las predicciones económicas suelen hacerse con base en las experiencias del pasado, especialmente del pasado reciente. De ahí se derivan tendencias de comportamiento de las variables económicas y financieras, así como del comportamiento esperable de consumidores, inversionistas y gestión pública.

Los modelos, por más sofisticados que sean, tienen limitaciones para abarcar los elementos y relaciones que finalmente se expresan en los resultados que se obtienen. Éstos, a su vez, están igualmente enmarcados en el modo en que se les concibe. Y no hay que confundir los modelos de predicción con las prácticas de planeación.

La práctica de las predicciones económicas está muy generalizada y los modelos, en su inmensa mayoría, generan resultados similares y convergentes. No pueden predecirse las situaciones de rompimiento de tendencias que se conocen como cisnes negros, pues entonces dejarían de serlo. Tampoco están suficientemente consideradas, que es distinto de sólo señalarlas, como marco de los escenarios esperables.

Las predicciones económicas para 2016 en México siguen las pautas convencionales: se basan en el desempeño más reciente, en la concepción técnica y política sobre las consecuencias de las reformas implantadas desde 2013 y en el comportamiento esperado, sobre las mismas bases, de la economía internacional, especialmente en Estados Unidos.

Una de los elementos de incertidumbre ya se salvó, y es el alza de las tasas de interés en ese país. La respuesta fue elevar las tasas locales en la misma proporción. Pero a pesar de que en la más reciente presentación del Banco de México (8 de enero, que tradicionalmente se hace en el ITAM) sobre los efectos benignos de la política monetaria en el curso de la inflación el tipo de cambio no cesa de depreciarse y las reservas internacionales disminuyen. Queda por ver si el efecto cambiario será inocuo para el crecimiento de los precios, lo que no parece razonable a menos que el gasto interno en consumo e inversión siga siendo bajo como hasta ahora.

El presupuesto de este año y la política monetaria que está en curso siguen las pautas de las tendencias recientes. Pero el entorno económico y financiero se mueven con rapidez: el precio del petróleo sigue cayendo, lo que tiene necesariamente un impacto fiscal desfavorable, y la resistencia de las medidas monetarias puede ser menor al esperado.

Buena parte del ejercicio de pensar cómo puede ser el escenario de corto plazo tiene que ver con aspectos no cuantificables y que salen del territorio de las prácticas usuales de las predicciones. Esas cuestiones están en el horizonte, entre ellas las elecciones en Estados Unidos, la evolución de la economía china y su efecto en los flujos globales de capitales, las consecuencias de la guerra en el Medio Oriente y sus derivaciones.

La lista no está predeterminada y parte del talento para predecir lo que puede ocurrir este año, que puede ser muy largo, está en los criterios de selección, su jerarquización y ensamblado para asignar sus posibles efectos. Lo que parece descolocado es pensar como el director de la OCDE y que la captura de El Chapo acrecentará la confianza en la economía mexicana.



*Artículo publicado en La Jornada el 11 de Enero de 2016.

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