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WIKI FILTRACIONES

12/6/2010

LEÓN BENDESKY

Es inmensa la cantidad de textos que se publicaron en días recientes con respecto a los documentos filtrados por Wikileaks. Seguramente seguirán muchos más.

Los ciudadanos tienen el derecho de protegerse contra las actividades encubiertas de los gobiernos, empezando por los propios, y que significan excesos en el ejercicio del poder. Excesos que involucran formas diversas de dominación en los campos de la política y la economía.

Este derecho es una manifestación de un entorno democrático. Pero habría que reconocer igualmente que el secreto es parte inherente de cualquier poder, casi a cualquier escala y, también, de la actividad diplomática. O ¿es que vamos a pecar de ingenuos sobre cómo es que funciona el mundo? Es cómodo el entorno de dos bandos: los buenos y los malos, también es poco práctico.

Un titular de un diario español decía: La difusión de 250 mil documentos desnuda la política exterior de Estados Unidos. Será de veras que ha quedado al descubierto algo inesperado, es que creíamos ver un cuerpo exquisito bajo el flamante vestido y no imaginábamos que había protuberancias, estrías y várices.

La prensa ha encontrado servido un verdadero festín por parte de Wikileaks y es verdad que hay material para el análisis de las prácticas de poder de Washington. Una ventaja de este tipo de información es que se abre y disemina y no se queda en el terreno de los analistas y los expertos (pundits, como dicen en inglés). Es un conocimiento que no queda reservado, otra cosa es lo que se haga con él.

Mucho de lo que se ha desvelado hasta ahora parece en verdad sólo anecdótico: el gusto por las fiestas de Berlusconi; que Putin controle la política rusa y un cable diplomático lo llame Batman y al presidente Medvedev le diga Robin; que los partidos políticos en Alemania tengan fuertes discrepancias; que se haya inquirido sobre la estabilidad emocional de Cristina Kirchner; que el gobierno afgano de Karzai sea corrupto o que se espíe al secretario general de la ONU. Pero esto no puede sorprender a nadie que lea periódicos todos los días y serviría de poco para una novela de John le Carré.

Que gobiernos árabes como el saudita quieran que el ejército estadunidense tire bombas sobre las fábricas nucleares de Irán es claro. Que luego financie actividades de extremistas islamistas en la región indica la forma en que se hace la política. Algo similar pasa con el asunto de la injerencia del gobierno chino contra la actividad de Google en ese país o con la manera en se maneja el conflicto con Corea del Norte.

Una parte de los cables filtrados cuestiona la capacidad institucional para combatir al narcotráfico en México. Pero muchos aquí dentro hacen lo mismo.

Los documentos de Wikileaks son por supuesto relevantes. Pero hay mucho humo y aún se ve poco fuego. Que los gobiernos del llamado eje bolivariano hayan pedido en la reunión de Mar del Plata repudiar las prácticas de la diplomacia de EU es un asunto más candoroso que político. Se ubica en el amplio conjunto de clichés que marca mucha de la política regional, de las posturas ideológicas y las opiniones frente a aquel país.

Alguien se va a asombrar ahora de que el espionaje sea parte de la actividad de los diplomáticos del Departamento de Estado. Y qué harán los embajadores, cónsules y militares de los países de América Latina entre ellos. Eso es parte de su trabajo o es que sólo se visten para ir a cócteles y promueven alguno que otro negocio. Eso hacen todos los gobiernos en la medida de sus posibilidades.

El gobierno de Estados Unidos ha sido exhibido en su pobre manejo de la información clasificada de su política exterior. Bradley Manning, un soldado raso asignado en Irak, tuvo acceso a todo el material clasificado que se originaba en todo el mundo y pudo extraerlo y entregarlo.

El secretario de la Defensa Gates ha dicho que luego del fiasco de la seguridad interna del 11 de septiembre de 2001, cuando se dijo que se había fallado en la integración de los datos que hacían previsible un ataque, se relajó el acceso a la información oficial para permitir mayor consolidación de la inteligencia militar. Este es un punto clave de la gestión de asuntos muy delicados y está en el centro de esta disputa.

Donde el caso de Wikileaks habrá de tener más fuertes repercusiones es en Estados Unidos mismo. Ya se argumentó que las contradicciones internas se han puesto en la superficie de una sociedad desgastada por los actos provocados por su propio gobierno, el Congreso y el Poder Judicial durante largo tiempo y está cada vez más polarizada. Se cuestiona que la dependencia del petróleo árabe y del crédito chino hacen más vulnerable a ese país, limita su acción en el exterior y crea nuevos tipos de fricciones.

Del lenguaje de los documentos se ha hablado también mucho. Esto parece una forma de mojigatería y está fuera de lugar. Es que otros gobiernos seguirán una especie de Manual de Carreño de buenas costumbres

Tal vez las filtraciones que han provocado este escándalo podrán aprovecharse para redefinir políticas internas de países que como México tienen que actuar en un escenario de fuertes desarreglos internacionales en los que las presiones nacionalistas serán cada vez más grandes.



*Artículo publicado en La Jornada el 06 de Diciembre de 2010.

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