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TÉCNICA Y EMOCIONES

3/11/2013

LEÓN BENDESKY

No podía ser diferente. Los análisis recientes muestran que los responsables financieros europeos, con el liderazgo del italiano Mario Draghi en el Banco Central Europeo, han podido contener la crisis del euro como moneda regional y mantener más o menos de pie la estructura bancaria de la zona.

Contener no equivale, sin embargo, a superar la crisis. Falta mucho para que el orden económico financiero armado en torno del euro cree las condiciones para el crecimiento del producto, del empleo y la productividad. Tampoco se ha repuesto la solvencia del sistema bancario. Mientras, prevalecen los ajustes basados en una fuerte austeridad presupuestaria con efectos muy perniciosos en la situación social.

Al lado de este desenvolvimiento de la moneda única persiste un severo empobrecimiento de gran parte de la población, en especial de los países del sur del continente, pero no sólo ahí, como se muestra en Gran Bretaña o Irlanda.

Las oportunidades de trabajo y de superación personal se han diluido de modo prácticamente permanente, las condiciones sociales son mucho más precarias y la gente pierde incluso sus viviendas.

Las encuestas indican que aunque una mayoría de españoles piensa que no hay solución para su país fuera de la Unión Europea, hasta 60 por ciento opina negativamente de lo que ocurre y cómo ocurre en la Unión.

Hay un aspecto que parece haberse olvidado en la gestión de esta fuerte crisis desde 2008 y es el límite de las soluciones técnicas. Nunca está de más recordar esas claras palabras de Álvaro de Campos, ingeniero naval y uno de los heterónimos de Fernando Pessoa: Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro de la técnica. Esta máxima va, por cierto, mucho más allá de la política económica.

Pero los políticos y burócratas de la Unión que residen en Bruselas, Frankfurt, Estrasburgo o Luxemburgo han antepuesto la técnica a las exigencias políticas. Lo hicieron claramente imponiendo a personajes sin arraigo social y con credenciales técnicas de las más convencionales y hasta endogámicas, en países como Grecia e Italia.

La democracia fue puesta en un segundo y lejano plano y, así que, cuando Mario Monti, por ejemplo, tuvo que ir recientemente a las urnas en Italia para conseguir un mandato y formar un gobierno, sólo alcanzó 10 por ciento del voto. Lo superó Berlusconi, lo que dice mucho de lo que ocurre en ese país. Del hartazgo con las medidas técnicas que no tienen impacto valedero en las condiciones que enfrenta la gente cotidianamente y del aburrimiento con la política y los políticos dominantes; hasta con Beppe Grillo.

La crisis española tiene otros rasgos, pero es realmente notoria la falta de capacidad de gestión y liderazgo del gobierno popular, sumido en escándalos de corrupción partidaria que no parecen siquiera saber cómo enfrentar, sacudidos por las presiones autonómicas de varias regiones y con problemas financieros que no amainan, mientras desde la Unión siguen imponiéndole prácticamente las políticas de ajuste.

De la oposición socialista es también muy poco lo que se puede decir. La imagen predominante es de ir a la deriva. Una vez más, la técnica no sustituye a la política, aunque podría complementarla, si es que hubiese alguna claridad sobre qué hacer.

Por otro lado, las bolsas de valores alcanzan niveles que no lograban desde hace dos años. Los índices Dow, Standard & Poor’s y Nasdaq han subido. Pero esto no significa que pueda encontrarse una lógica en el comportamiento del mercado bursátil. Los inversionistas toman decisiones basados en sentimientos y opiniones muy desiguales.

Muchos de ellos van al contrario de lo que hacen los más convencionales y cuando estos actúan de modo optimista, los primeros se retraen y operan al contrario. Dónde está la psicología del mercado, ahora que los índices suben, y por qué ha bajado entonces el precio de las acciones de Apple, hasta en 40 por ciento luego de llegar al máximo el pasado septiembre. Y cuál será el piso de dicho precio.

El sentimiento alcista en el mercado accionario, según una reciente encuesta, es de apenas 31 por ciento, mientras en enero de 2011 era del doble. Esto no parece demasiado sólido para sostener una recuperación que se extienda para elevar el empleo de modo significativo.

La psicología social en Europa parece estar lastimada ante los embates de una gestión predominantemente técnica, que ha dejado a la gente muy desprotegida ante las repercusiones adversas de la crisis económica. Por otro lado, hay mucho dinero que se está usando para hacer enormes transacciones de negocios en la compraventa de empresas en distintos sectores.

Igualmente hay especuladores tomando ventaja de las alzas y bajas del mercado accionario, y en este caso conviene echar una nueva mirada al libro de David Tuckett, titulado Minding the market, con un subtítulo llamativo: Una visión emocional de la inestabilidad financiera.



*Artículo publicado en La Jornada el 11 de Marzo de 2013

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